Es muy penoso ver y escuchar a los dirigentes nacionales a cargo del sistema educativo, o bien en niveles de conducción institucional de algunas "prestigiosas" (trabajaron para rankear, no para educar) universidades nacionales en estas épocas.
En primer lugar: el coronavirus, para el pueblo en general es cuestión de vida o muerte, por lo que podríamos decir que el virus -si bien no es un enemigo con voluntad- pone en riesgo un interés vital nacional: la seguridad del pueblo.
Muchos de los temas, por lo tanto, deberían ser encarados como cuestiones de vida o muerte, y esto requiere un tratamiento estricto, como en un quirófano, o un avión en emergencia, o militar, procedural (de procedimientos) sin desvíos. Dejo afuera la palabra "protocolo" por el bastardeo sistemático al que fue sometida en estas semanas, incluyendo a aquellos que tienen a su cargo la definición de protocolos.
El sistema educativo debe pensar según el planeamiento educativo nacional (jajajaj,, en el país del ingreso irrestricto suena muy cómico) qué graduados (léase graduados en qué) y cuántos graduados de ese grupo, necesita el país para el siguiente período.
Arrancando por las facultades y terciarios, siguiendo por el secundario y siguiendo por el primario.
La presencialidad no puede quedar descartada a priori. Hay exámenes, procesos de evaluación y acreditación del conocimiento ante la sociedad, que no pueden ser tomados "a distancia" o virtualizados, por el motivo que sea, que hay varios.
Hay facultades que tienen aulas magnas, salones de actos y otros del estilo, que debidamente acondicionados pueden dar lugar para tomar exámenes en forma presencial MANTENIENDO LA DISTANCIA FÍSICA (mal llamada "social"). Esto requiere además la capacitación del personal de maestranza para asear los espacios luego de la toma de exámenes en forma adecuada, tal como ya lo hacen ferrocarriles, subterráneos y buses. "Distancia física" en educación NO ES "EDUCACIÓN A DISTANCIA".
Si en un supermercado chino lograron poner dos caños y una ventana de plástico transparente en las cajas para poder seguir operando, es posible pensar que cualquier institución educativa que quiera evaluar a entre 10 y 60 (por elegir un rango razonable, pero podría ser otro) alumnos para su graduación también puede hacerlo (si bien no hay dirigentes nacionales pensando esta problemática EN EL NIVEL DE DETALLE QUE CORRESPONDE).
Tal vez también requiera pensar para la ocasión los instrumentos de evaluación adecuados en forma y calidad.
También podría sumarse en esta ocasión que las autoridades que hasta el momento no vienen dando respuesta alguna, presenten sus renuncias, incluidos los diversos organismos de elección interna en las instituciones correspondientes, porque no han dado evidencia de ser útiles al futuro del pueblo, que de eso trata el sistema educativo de una Nación.