Las fuerzas políticas tradicionales que han venido gobernando la Nación desde los 1980's deberían ser prudentes, bajo el paraguas de una profunda autocrítica por no haber podido saber y lograr políticas económicas y sociales sustentables para contribuir a la felicidad del pueblo trabajador, el pueblo que con sus medios permite el logro de los fines sociales.
Las leyes sirven si son buenas, si son éticas, si no ayudan a repetir historias de frustración popular (ej.: ley -peronista- de convertibilidad)...
Las fuerzas políticas tradicionales deben revisar su propia actuación pasada seria y responsablemente, si es que aspiran a gobernar en un futuro próximo.
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